INTRODUCCIÓN
En la práctica diaria, los profesionales de la salud se encuentran frecuentemente con problemas de salud mental, ya sean trastornos mentales propiamente dichos o bien conflictos psicosociales.
Podemos definir como conflictos psicosociales aquellos problemas del área emocional y social que generalmente no son comunicados “a priori” por el paciente, sino que el profesional de la salud puede detectar cuando aquél acude por cualquier otro motivo a la consulta, generalmente para consultar por alteraciones de tipo físico (cefaleas, dorsalgias, etc.).
Los trastornos psicosociales son uno de los condicionantes que causan más sufrimiento e incapacidad a la población en general. Sin embargo, su detección depende de varios factores, entre otros:
1. De la capacidad o sensibilidad del profesional para reconocerlos precozmente.
2. Del modelo de atención sanitaria que se practique. Si la orientación de la asistencia se dirige exclusivamente a los aspectos físicos (área biológica), olvidando los aspectos psicológicos y socioculturales del individuo, existirá mayor dificultad para la detección de este tipo de problemas.
3. De la distribución del tiempo de los profesionales (si no existe tiempo suficiente de dedicación, difícilmente el paciente podrá ser escuchado y, por lo tanto, raramente se podrán detectar otras alteraciones que las exclusivamente físicas que le han llevado a consultar).
4. De la formación adecuada de los profesionales de la salud.
MAGNITUD DEL PROBLEMA
A nivel internacional, los pacientes diagnosticados de problemas de salud mental representan el 25 % de los adultos que acuden a la consulta del médico general.
En nuestro entorno, los porcentajes son similares y el volumen de afectados puede llegar hasta el 68 % en los llamados “consultantes habituales”.
La importancia de estos problemas también se refleja indirectamente en la cuantía del gasto farmacéutico. Los antidepresivos, los tranquilizantes y los ansioliticos aparecen entre los grupos farmacológicos más prescritos, con clara tendencia al alza.
CRISIS PSICOSOCIALES
Muchos de los problemas de salud mental y de los conflictos psicosociales crónicos pueden prevenirse, en un grado u otro, si se abordan con sentido común de forma precoz. De lo contrario, esta patología podrá evolucionar hasta adquirir la categoría de crónica o permanente.
Así pues, la prevención de los trastornos mentales y la ayuda a la resolución de los conflictos psicosociales precisan de una detección precoz de los factores de riesgo. Los factores o situaciones de riesgo se pueden detectar en la mayoría de los casos en las denominadas transiciones o crisis psicosociales, que son el conjunto de acontecimientos vitales particulares que producen reacciones psicológicas y trastornos, por los que se consulta específicamente al Servicio de Salud o que los profesionales detectan cuando el paciente acude por otros motivos.
Las transiciones o crisis psicosociales habituales en la población de nuestro entorno y en las diversas etapas de la vida son las siguientes:
En la infancia
* Pérdida o separación de los padres.
*Pérdida de contacto con el hogar familiar por situaciones como son el ingreso en un hospital o estar internado en un colegio.
En la adolescencia
*Separación de los padres, del hogar y de la escuela.
En los adultos jóvenes
* Ruptura matrimonial.
* Embarazo (especialmente el primero).
* Nacimiento de un niño disminuido.
* Pérdida del trabajo.
* Pérdida de un progenitor.
* Emigración.
En los adultos y ancianos
* Jubilación.
* Pérdida de las funciones psicofísicas.
* Situaciones de duelo.
* Pérdida de un familiar o allegado.
* Enfermedad o incapacidad en miembros próximos de la familia (enfermedades
terminales, etc.).
La aparición de las crisis psicosociales implican dejar un modelo o forma de vida, para incorporar cambios profundos de conducta y de identidad personal. Los factores que dificultan la adecuada elaboración de esos cambios son, entre otros:
* Cambios vitales cuya magnitud sobrepasa la capacidad de la persona para poder solucionarlos.
* Falta de una familia u otros sistemas de soporte social bien estructurados.
* Cambios no deseados para los que no ha existido programación anticipada.
Si, además, existe un bajo nivel de autoestima, un nivel económico deficitario, o un hogar con excesivo número de convivientes para el espacio disponible, esta situación de dificultad para elaborar las consecuencias de las crisis psicosociales y aceptar el cambio se agrava.
ACTIVIDADES PREVENTIVAS EN SALUD MENTAL
Atendiendo a los factores de riesgo y siguiendo las etapas del ciclo vital en el ser humano, los servicios de salud deben integrar en su trabajo cotidiano la intervención preventiva precisa y multidisciplinar, no sólo desde el aspecto médico, sino también social y/o institucional en evitación de trastornos psicosociales graves en el futuro.
A continuación vamos a considerar los trastornos o crisis psicosociales más habituales, según las diversas etapas cronológicas de la vida, así como la intervención preventiva más adecuada en cada una de ellas.
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
1.- Atención a la mujer y al niño durante el embarazo y puerperio.
* Siendo el embarazo y el puerperio situaciones vitales decisivas, no sólo para el
nuevo ser sino también para la estructuración de la vinculación entre la madre y el hijo, es necesaria la intervención de los profesionales de la salud en los controles el embarazo y del puerperio, promocionando el contacto físico madre-hijo en las primeras horas de vida del niño, ayudando en la normalización de los temores maternos y promocionando, además, una lactancia satisfactoria.
* Después del parto debemos investigar el estado emocional de la madre para
descartar: depresión posparto, psicosis posparto, etc. y explorar la relación madre-hijo (capacidad para el cuidado, etc.).
2.- Embarazo en la adolescencia (< 18 años).
* Ya que las madres adolescentes poseen un riesgo elevado de complicaciones
durante el embarazo, es imprescindible prevenirlo informando y educando en materia de planificación familiar (contracepción) al grupo de adolescentes.
*En caso de gestación, considerarlo embarazo de alto riesgo a todos los efectos, y trabajar con la familia para conseguir apoyo continuado para la joven madre. En estos casos es necesario dedicar atención especial a las relaciones padres-hijo a lo laro de la infancia.
3.- Hijos de familias monoparentales (Pérdida de un progenitor).
* Define esta situación la pérdida de contacto afectivo y lúdico con uno de los
padres de forma prolongada.
* Los progenitores solos son más proclives a descompensaciones psicopatológicas y, en ocasiones, proporcionan a sus hijos un trato inadecuado para su desarrollo.
* El equipo de salud debe realizar entrevistas familiares explicando la importancia del rol masculino y del femenino, ayudando en la búsqueda de una figura parental de apoyo que supla la ausencia (abuelo/a, tío/a).
4.- Retraso escolar. Trastorno en el desarrollo del lenguaje (dislexia).
* Entendemos como retraso escolar todo caso de un niño con coeficiente intelectual normal que lleva uno o más cursos escolares de retraso. Así mismo, como dislexia interpretamos la dificultad para usar el lenguaje hablado.
* Ante la existencia de problemas a estos niveles, es prioritario investigar los posibles déficits sensoriales y estudiar las interrelaciones familiares, derivando, si es preciso, al Servicio de Salud Mental al niño y/o padre o madre. (Ver tema de examen periódico de salud del niño).
ADULTOS Y ANCIANOS
1.- Pérdida de un familiar o allegado.
Toda pérdida familiar supone un proceso (psicológico) de duelo. En evitación de que esta situación dé paso a un trastorno psicopatológico posterior, es necesario ayudar a elaborar la pérdida detectando y evaluando, a través de la entrevista, los siguientes elementos o factores de riesgo que dificultan el proceso:
* Personas que viven solas.
* Viudos de más de 75 años.
* Niños preadolescentes.
* Muertes súbitas, en especial por suicidio.
* Relaciones con el muerto difíciles.
* Antecedentes personales de trastornos depresivos.
* Disfunción familiar.
* Autoestima baja.
* Estado de salud (enfermedades o factores de riesgo que padece el individuo y
son similares con el muerto).
* Ausencia de red social de soporte (vecinos, etc.).
Se recomienda una entrevista precoz (lo más cercana posible en el tiempo a la pérdida) y varias más de seguimiento para ayudar a elaborar la pérdida y para evaluar los factores de riesgo señalados, así como la aceptación de la pérdida, la vivencia de la pena y el sufrimiento, la adaptación al medio, la expresión de dudas, culpas, críticas, etc.
Un duelo adecuadamente elaborado mejora las capacidades futuras, permite la aceptación de la pérdida, la adaptación al medio y la reorientación de la comunicación y los intereses emocionales hacia nuevas relaciones.
2.- Pérdida de funciones psicofísicas importantes.
Se establece pérdida de la autonomía por aparición de una enfermedad grave. La dificultad de adaptación a esta situación hace más fácil la descompensación no sólo del paciente sino también de los familiares.
La actividad preventiva, a través de sucesivas entrevistas, irá encaminada al apoyo a los familiares que van a soportar el peso de la situación, con información sobre las repercusiones psicológicas de las enfermedades crónicas, favoreciendo el contacto con asociaciones especializadas (alcohólicos, esclerosis múltiple, etc.) y estableciendo, además, ayuda a domicilio programada.
3.- Cuidado del paciente terminal y de su familia.
El enfermo terminal es aquél en el que, por la naturaleza de la enfermedad y por su pronóstico de vida, se prevé la pérdida de autonomía personal a corto plazo y que precisa atención médica y cuidados continuos.
Se recomienda:
Realizar evaluación de las capacidades del paciente y de la familia para conocer la realidad de la enfermedad.
Detectar las personas del entorno más susceptibles de sufrir deterioro psicológico, para proceder a un seguimiento adecuado, según lo expuesto en el apartado «pérdida de un familiar o allegado».
4.- Jubilación.
Es el fin de la etapa laboral por razones de edad o por incapacidad física o mental. Esto supone una compleja transición psicosocial que hace que las descompensaciones biopsicosociales sean muy frecuentes.
Se recomienda:
Realizar intervención preventiva previa, dentro del año anterior a la jubilación, para detectar riesgos psicosociales (aislamiento social, sentimiento de soledad, síntomas depresivos, etc.).
Advertir y animar sobre la importancia de mantener una vida mental, física y social, activa y fecunda.
Debemos, igualmente, ofrecer orientación sobre mantenimiento y potenciación de las relaciones sociales, contactando con trabajadores sociales y/o con los recursos sociales de la zona.
5.- Cambios frecuentes de domicilio en los ancianos.
Se entiende por tales los cambios periódicos y frecuentes, con estancias inferiores a los 3 meses.
Esos cambios conducen al desarraigo, a la desorientación, facilitando la aparición de síntomas demenciales o de otros trastornos psicopatológicos.
Se recomienda:
La familia debe conocer por los profesionales de la salud los riesgos que estas situaciones conllevan, estudiando conjuntamente posibles alternativas menos traumáticas para el anciano.
Si la situación de cambio frecuente continúa y se detectan signos confusionales, depresivos, etc., se debe derivar al paciente a los servicios especializados, además de replantear de nuevo la situación con la familia.
TRASTORNOS COMUNES A TODOS LOS GRUPOS DE EDAD-DEPRESIÓN Y SUICIDIO
La depresión es el trastorno psiquiátrico más frecuente y uno de los problemas más comunes en las consultas del primer nivel. El trastorno depresivo supone una situación de sufrimiento, no sólo para la persona depresiva sino también para sus familiares y para los profesionales sanitarios.
ACTIVIDADES PREVENTIVAS ANTE LA DEPRESIÓN
Se recomienda:
1.- Atención especial a determinados factores o situaciones de riesgo para prevenir su aparición:
*Pérdida de un progenitor.
* Relación conyugal pobre.
* Desempleo.
2.- Vigilancia-detección precoz de síntomas depresivos en determinados grupos
de población de riesgo elevado:
* Adolescentes y adultos jóvenes, puerperio, antecedentes personales y
familiares de depresión, personas con enfermedades crónicas o que han sufrido un duelo reciente, individuos con trastornos del sueño.
ACTIVIDADES PREVENTIVAS EN EL SUICIDIO
Hay que considerar que la gran mayoría de las personas que se suicidan sufren trastornos afectivos (hay depresión en el 30 a 70 % de los suicidios), abuso de alcohol y otras drogas, esquizofrenia, etc. Otros factores de riesgo para el suicidio incluyen divorcio, separación, enfermedad física grave, vivir solo y duelo reciente.
Se recomienda:
1. Tomar en consideración todas las amenazas de suicidio y no confiar nunca en
inesperadas mejorías. (Pueden ser por el alivio que se obtiene al haber decidido cometerlo).
2. Interrogar al paciente con ideas de suicidio con respecto a sus medios y preparativos realizados.
3. Informar a los familiares del riesgo de suicidio y sobre las precauciones a tomar para evitar el acceso a armas letales o a situaciones o fármacos peligrosos (entre el 30 y el 60 % intentan suicidarse con los psicofármacos que les ha prescrito el médico de cabecera).
4. Derivación a los servicios de Salud Mental en caso de detección de ideas de
suicidio serias, organizadas, o bien, reiteradas.
RECUERDE
ACTIVIDADES PREVENTIVAS EN LOS TRASTORNOS DE LA SALUD MENTAL
Atención en embarazo y puerperio
* Controles por los profesionales de la salud.
* Promoción del contacto físico madre/hijo.
* Seguimiento del estado emocional de la madre.
Embarazo en adolescentes
Embarazo en adolescentes
* Informar y educar en planificación familiar.
* Consideración de embarazo de alto riesgo.
* Seguir relaciones padres-hijo.
Hijos de familias monoparentales
Hijos de familias monoparentales
* Información sobre el rol masculino y femenino.
* Seguimiento de relación afectiva.
Retraso escolar
Retraso escolar
* Investigar déficits sensoriales, interrelaciones familiares.
Trastornos del lenguaje nes familiares.
Trastornos del lenguaje nes familiares.
* Derivación, si es preciso, a Salud Mental.
Pérdida de familiar o allegado
Pérdida de familiar o allegado
* Ayudar a elaborar la pérdida.
* Valorar riesgo psicopatológico o de cronificación.
Pérdida de funciones psico-físicas
Pérdida de funciones psico-físicas
* Ofrecer soporte profesional y eventualmenimportantes te contactos con grupos de ayuda mutua.
* Programas de ayuda domiciliaria.
Cuidados del paciente terminal y de su familia
Cuidados del paciente terminal y de su familia
* Detectar personas del entorno más susceptibles de deterioro psicológico.
* Seguimiento para dirigir la aceptación de la
pérdida.
Jubilación
Jubilación
* Entrevista previa a la jubilación.
* Establecer valoración del riesgo psicopatológico.
* Recomendar mantenimiento de una vida mental, física y social activa.
Cambios frecuentes de domicilio en los ancianos
* Explicar los riesgos que supone el cambio frecuente de domicilio en los ancianos.
Cambios frecuentes de domicilio en los ancianos
* Explicar los riesgos que supone el cambio frecuente de domicilio en los ancianos.
* Ayudar en la búsqueda de alternativas poco nocivas para el anciano.
* Seguimiento del anciano.
Depresión
* Vigilar aparición de síntomas en determinados grupos de población (ver texto).
Depresión
* Vigilar aparición de síntomas en determinados grupos de población (ver texto).
* Atención especial a determinados factores de riesgo (ver texto). Suicidio
* Valorar factores de riesgo para el suicidio.
* Entrevista de valoración (en cualquier consulta por otro motivo y/o programa).
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