La radioterapia se aplica con gran frecuencia en regiones bien delimitadas, pero a veces tiene efectos de índole general, como fatiga, anorexia, náuseas y vómitos, que dependen en parte del volumen de tejido radiado, del fraccionamiento de las dosis, de los campos radiados y de la susceptibilidad del individuo. Uno de los tejidos más radiorresistentes es el óseo, y los efectos de la radiación se manifiestan principalmente en los niños en forma de fusión prematura de la lámina epifisaria de crecimiento. En cambio, los testículos, los ovarios y la médula ósea son órganos muy sensibles. La médula ósea presente en cualquier campo de radiación terminará por ser erradicada mediante esta técnica terapéutica. Los órganos que necesitan menos renovación celular, como el corazón, los músculos de fibra estriada y los nervios, son más resistentes a los efectos de esta forma de energía. En los órganos radiorresistentes, el componente más sensible es el endotelio vascular. También son más sensibles los órganos que presentan una autorrenovación mayor como parte de su homeostasia normal, como el sistema hematopoyético y la mucosa que recubre las vías gastrointestinales. Entre los efectos tóxicos agudos se incluyen la mucositis, el eritema cutáneo (úlceras en casos graves) y los efectos tóxicos sobre la médula ósea; todas estas reacciones adversas se alivian normalmente cuando se interrumpe el tratamiento.
Los efectos tóxicos a largo plazo son más graves. La radiación de la región del cuello y la cabeza suele producir insuficiencia tiroidea. Las cataratas y la lesión de la retina pueden culminar en ceguera. Las glándulas salivales dejan de secretar saliva y ello causa caries dentales y deficiencias en la dentición. También pueden afectarse el olfato y el gusto. La radiación del mediastino multiplica por tres el riesgo de infarto de miocardio fatal. Otros efectos tardíos en los vasos son la pericarditis constrictiva crónica, la fibrosis pulmonar, la estenosis de vísceras huecas, la sección medular y la enteritis por radiación. Un efecto grave tardío es la aparición de un segundo tumor sólido dentro del campo de radiación o muy cerca del mismo. Pueden aparecer tumores en cualquier órgano o tejido, y lo hacen con una frecuencia aproximada del 1% anual desde el segundo decenio después del tratamiento. La susceptibilidad a la carcinogénesis por radiación varía en algunos órganos. Las mujeres menores de 30 años presentan una incidencia de cáncer mamario 100 o más veces mayor después de la radiación del tórax o de su aplicación "en manto" (que abarca los ganglios cervicales, supraclaviculares y de las zonas cercanas al mediastino y al hilio pulmonar); las mujeres tratadas después de cumplir los 30 años presentan un incremento mínimo o nulo del riesgo de cáncer mamario. Ningún dato sugiere que la radiación terapéutica tenga una dosis umbral por debajo de la cual disminuya la incidencia de segundos cánceres. Se han documentado tasas elevadas de segundos tumores en personas sometidas a tan sólo 1 000 cGy.
Efectos tóxicos de la radioterapia SEOM ACS MOC INC