En el mundo hay un número cada vez mayor de ancianos. En los países industrializados se espera que lleguemos a una edad provecta, a veces muy longeva (el grupo de más de 85 años es el segmento de la población que más está creciendo). El Tercer Mundo también está envejeciendo, en cifras absolutas, a un ritmo incluso mayor.1 La gente es cada vez más consciente de su salud y hace más ejercicio. Un número sin precedentes de personas mayores (>65) se calza las zapatillas para andar/correr, se pone los guantes de golf, el traje de baño y el chándal para mantenerse en forma. Muchos participan a nivel competitivo (p. ej., torneos máster y sénior), de tal forma que las marcas mundiales en atletismo y natación han mejorado espectacularmente. Esta tendencia debe potenciarse ya que hay datos que confirman el dicho de que «lo que no se usa se pierde» (es decir, el ejercicio mejora la salud y las funciones en la vejez). El ejercicio regular también reduce la mortalidad hasta un 25% anual y mejora el estado de ánimo y el bienestar.2 Para muchos deportistas mayores el deporte es una fuente de alegría y un centro de interacción social. Los deportistas mayores no sólo necesitan que los animen, sino también que los aconsejen sobre el tipo de ejercicio, nutrición, prevención y tratamiento de las lesiones.
CAPÍTULO 22 / MANUAL OXFORD DE MEDICINA DEPORTIVA